Un disipador es un elemento
físico, sin partes móviles, destinado a eliminar el exceso de calor de
cualquier elemento. Su funcionamiento se basa en la segunda ley de la
termodinámica, transfiriendo el calor de la parte caliente que se desea
disipar al aire. Este proceso se propicia aumentando la superficie de
contacto con el aire permitiendo una eliminación más rápida del calor
excedente.
Un
disipador extrae el calor del componente que refrigera y lo evacúa al
exterior, normalmente al aire. Para ello se necesita una buena
conducción de calor a través del mismo, por lo que se suelen fabricar de
aluminio por su ligereza, pero también de cobre, mejor conductor del
calor, pero más pesado.
En el caso habitual, el
disipador está en íntimo contacto con el dispositivo que refrigera,
empleando grasa de silicona o láminas termoconductoras para asegurar una
baja resistencia térmica entre el componente y el disipador.
Para evacuar el calor al
ambiente, se aumenta la superficie del disipador mediante aletas o
varillas, cuyo diseño varía dependiendo de si existe circulación forzada
del aire o sólo convección natural.
El acabado suele ser negro para
mejorar la radiación, pero muchas veces se deja el metal expuesto y
únicamente se protege de la corrosión. El acabado no debe aumentar la
resistencia térmica.
En los dispositivos
electrónicos se suelen usar para evitar un aumento de la temperatura en
algunos componentes. Por ejemplo, se emplea sobre transistores en
circuitos de potencia para evitar que las altas temperaturas puedan
llegar a quemarlos.
En
los ordenadores su uso es intensivo, como por ejemplo en algunas
tarjetas gráficas o en el microprocesador para evacuar el calor
procedente de la conmutación de los transistores. Sin embargo, en
ocasiones el calor generado en los componentes es demasiado elevado como
para poder emplear disipadores de dimensiones razonables, llegando a
ser necesarias emplear otras formas de refrigeración como la
refrigeración líquida.
Los
fabricantes de ordenadores acostumbran incluir un disipador y uno o más
ventiladores, aunque no sean estrictamente necesarios, ya que es una
forma barata de prevenir los posibles problemas que pueda haber por
picos de potencia disipada en el componente o incrementos en la
temperatura ambiente del entorno de trabajo.
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