domingo, 31 de enero de 2016

4K y 8K: la definición del futuro

Introducción: ¿por qué UHD?

Hace unos años nos parecía que la calidad del DVD era lo más. Luego llegó la Alta Definición y se volvió a redefinir (y nunca mejor dicho) el concepto de calidad de imagen y sonido gracias al 1080p. A día de hoy se ha hablado mucho de la Ultra Alta Definición, o UHD, aunque es una tecnología que sigue desarrollándose. Sin embargo, no podemos pasarla por alto: ya es una realidad, y como tal tiene todos los visos de convertirse en el nuevo estándar de resolución del futuro.

Uno de los movimientos de la industria es que nada de lo que tengamos se quede estancado, que siempre quede espacio para algo más. El FullHD estaba bien para las pantallas pequeñas y de tamaño medio, pero se ha demostrado que para pantallas más grandes se requiere de más definición. Eso, y que la industria nos crea la necesidad de creer que nos falta más definición. A día de hoy la UHD se está llevando a pantallas que no son ni mucho menos tan grandes, pero es cierto que aún queda cierto camino por recorrer para que llegue a todas partes.Podemos ver la UHD todavía lejos, pero algunos fabricantes han comenzado sus flirteos con esta tecnología. Sobre si es o no necesaria, eso está por verse y no nos corresponde a nosotros juzgarlo, pero lo que sí es cierto es que ya lo estamos viendo, y es hora de saber de qué va la Ultra Alta Definición, y qué aplicaciones tendrá en un futuro cercano. De eso va el artículo que os hemos preparado hoy.

Vamos a hacer un resumen de lo que sabemos hasta el momento, y también recopilaremos tanto los tipos de aparatos compatibles con los conocidos 4K y 8K, además de qué tipo de tecnología usan, y sus aplicaciones. Con dicha información, ya podremos hacer un juicio de valor sobre el uso final de la UHD, aunque, como decíamos antes, eso quizá sea lo menos importante de este artículo.



















La Ultra Alta Definición está viniendo. Es como una visita que esperamos pero que aún tardará en llegar, aunque llegará seguro. En algún punto nos encontraremos con ella y entonces podremos saber si valió la pena la espera.

¿Quieres saber más?



¿Qué es la resolución 4K?

A estas alturas de la película, el 4K está bastante impuesto (aunque no tanto como cabría esperar, tal y como veremos después), pero ¿sabemos qué es realmente el 4K? ¿Alguien se ha parado un momento a explicárnoslo? Aquí en Noticias3D estamos dispuestos a ello, así que prestad atención, porque vamos a entrar en materia de la manera más didáctica, y sencilla, posible.

El 4K es la resolución que llega a los 4.096 x 2.160 píxeles, por lo tanto, en comparación con 1.920 x 1.080 del FullHD, supone 4 veces más definición que ésta última (2 veces más ancho y 2 veces más alto). Hay que recordar que los 4.096 x 2.160 se aplican al Full 4K, mientras que lo habitual es que en las televisiones veamos más los 3.840 x 2.160 píxeles del formato panorámico 16:9. Así que el 4K, como el 1080p y otras tantas resoluciones, puede variar ligeramente dependiendo de la relación de aspecto a la que nos refiramos.






















Por lo tanto, nos tiene que quedar claro que el 4K hace referencia a la resolución que veremos en pantalla, y no tanto a los formatos u otros detalles. Hay que distinguir el 4K del cine o del sector profesional del doméstico. El primero se escapa un poco a nuestras atribuciones, pero permitiría básicamente la grabación a esta resolución y su exposición en pantallas de cine o en estudios. Actualmente disponemos ya de equipos de grabación digital 4K comercialmente alcanzables, cuyo elemento común es la resolución (pueden variar los píxeles verticales ligeramente). En el sector profesional hay que distinguir entre los distintos estándares según hablemos del cine digital (estándar académico, de cine digital 4K, etc.) o de post-producción (apertura total 4K y académico). Esto nos dice básicamente que contamos con diferentes relaciones de aspecto y resoluciones, que van de los 7 millones de píxeles a más de 12 millones.

Pero lo que a nosotros nos interesa es el 4K doméstico, el que podemos ver en casa. Visualizar 4K en nuestra casa va a depender de tres factores: que nuestro televisor soporte dicha resolución, que tengamos contenido a dicha resolución, y que contemos con un cable que nos permita visualizar todo el conjunto. A día de hoy ya podemos conseguir televisores 4K, pero hay que tener en consideración si éstos representan un 4K o uno “falso” (es decir, combinando 4 paneles 1080p). Para eso habrá que mirar las características del aparato e informarse, pero a día de hoy ya salen todas con una resolución 4K nativa, sin aditivos.

Por supuesto, el cable que conectemos es esencial. Para lograr una resolución 4K disponemos de algunas opciones: HDMI (la versión 1.4 permite un 4K a 24 fps, mientras que la versión 2.0 ya lo permite a 60 fps), y DisplayPort (es la mejor opción, porque según la versión del cable, como la 1.4, permite incluso 8K a 60 fps). Hay que tener en cuenta la calidad del cable, y la longitud, porque ha quedado demostrado que cables muy largos pueden desembocar en una pérdida de ancho de banda. Además, la calidad del mismo es igualmente importante, ya que nos pueden vender un cable con componentes de alta calidad y luego ser inferior en todos los aspectos. Así que cuidado.




















Por último, sin el contenido poco 4K vamos a ver. Si no disponemos de material 4K para ver está claro que no servirá de nada que tengamos una pantalla compatible y el mejor cable del mundo. Actualmente hay escaso material audiovisual a esta resolución, pero poco a poco vamos viéndolo. Hasta ahora sólo estamos hablando de un 4K para cine doméstico (luego veremos qué hay que hacer para jugar a esta resolución), de manera que para disfrutar del 4K tendremos que contar o con un servicio de streaming que reproduzca a esta resolución, o bien archivos físicos con esta calidad. Actualmente todavía no contamos con Blu-ray 4K ni nada parecido, así que hay que confiar en servicios como Netflix o servicios de TV por cable para confiar en 4K, además de las resoluciones que se pueden conseguir a través de un PC. Así que hay que pensar que, por ahora, el 4K tampoco es la panacea.

¿Qué es la resolución 8K?

Antes de entrar en lo que se necesita para jugar a 4K, y la diferencia que hay entre conseguir esta resolución en una pantalla de televisión para ver una película y jugar al último título de moda, veamos cuál será el próximo paso al 4K.
Pues el 8K. No hay que pensar mucho. La ultra alta definición del futuro duplicaría nuevamente los píxeles y llegaría a nada menos que 7.680 x 4.320, que se dice pronto. Aquí estamos hablando de una definición que se ha visto en pocas ocasiones y que, por el momento, forma parte de la proyección de futuro de los dispositivos de visualizaciones. Si por el momento el 4K se está implantando, y a un ritmo lento, es obvio que el 8K tardará aún más tiempo en imponerse, si es que llega a hacerlo. Pero está claro que, al parecer, aumentar la definición para que el ojo humano no capte los píxeles es la meta de los fabricantes, aunque ha quedado sobradamente demostrado que esta definición dependerá del tamaño de la pantalla…





















Y es que no es lo mismo que poner un 4K en una pantalla de móvil que en una TV de 55 pulgadas, ya que la densidad de píxeles (o cantidad de píxeles por pulgada) no es la misma, y nuestro ojo podrá apreciar más o menos el punto. En cualquier caso, la tendencia es a aumentar la cantidad de píxeles en la medida de lo posible, y llevar dicho aumento a todos los terrenos, ya sea en salas de cine, en pantallas de TV o en nuestro móvil o smartwatch. El 8K parece lejano, pero dada la velocidad a la que se mueve la industria, quizá antes de lo que nos imaginamos lo tendremos entre nosotros.

Por el momento, y como decimos, se trata de un formato casi exclusivo del cine digital y de ordenadores (8K) y en mucha menor medida de la televisión digital (8K UHDV), y al igual que el 4K dispone de algunas diferencias respecto al factor de forma: 17:9 para el formato 8K de cine (8.192 x 4.320, o 35,3 megapíxeles) y 16:9 para el formato 8K UHDV (7.680 x 4.320, o 33,1 MP).

No hay muchos ejemplos con esta cantidad de píxeles en el mercado, ya que se trata de una tecnología bastante nueva como aquel que dice. De hecho, el primer intento de 4320p no se estandarizó hasta 2012, después de que los japoneses comenzaran su desarrollo en nada menos que 1995. No ha sido hasta comienzos de 2015 que el consorcio MHL no ha propuesto un estándar de cable para soportar el 8K, un conector superMHL de 32 pins reversible que otorgaría 8K a 120 fps, 48 bits de vídeo, soporte dinámico de alto rango y espacio de color Rec. 2020, aparte de carga eléctrica de hasta 40 vatios. DisplayPort tiene su versión 1.4a, que soportaría también esta resolución, y VESA prepara algo parecido para el año que viene.




















Como vemos, es una tecnología que si bien lleva muchos años en desarrollo, aún es incipiente, y prematura si tenemos en cuenta que el 4K está todavía implantándose (y le queda todavía tiempo para su imposición). Tardaremos un poco en verla entre nosotros, así que hasta ese momento, sin duda, oiremos hablar mucho de ella.

4K en mi ordenador

Todo esto está muy bien, es estupendo, pero vamos a lo que realmente nos importa: ¿cómo juego a 4K en mi PC? Al fin y al cabo, Noticias3D es de hardware, y eso de la teoría nos encanta, pero aún más la práctica en lo que se refiere al PC. Repasaremos ahora los requisitos indispensables para poder mover 4K en nuestro ordenador.























Primero de todo, una diferenciación. No es lo mismo querer jugar en 4K que reproducir un vídeo en 4K. Para lo primero requeriremos de más potencia que la para lo segundo, aunque para esto último no nos servirá cualquier cosa. A día de hoy, un procesador potente con tarjeta gráfica integrada ya es capaz de reproducir vídeos 4K (por ejemplo, un Intel Core i5 de la última hornada). Eso, unido a una placa base que tenga al menos una salida HDMI debería bastar para vídeos a alta resolución (eso y todo el software necesario para ello).
Jugar es otra cosa. Entraña otros elementos, pero al final es más o menos lo de siempre: potencia suficiente para que todo funcione. Veamos los elementos imprescindibles para jugar a 4K:


























  • Procesador: No nos va a servir un Celeron. Mínimo un Intel Core i3 de última hornada. Si bien haría bastante cuello de botella, lo suyo es que la máquina vaya holgada en CPU para que la GPU no haga cuello de botella. Al fin y al cabo, algunas tareas las realizará el procesador, y mejor cuanta más potencia. Si hablamos de 4K, a día de hoy un Core i7 es la opción más idónea (mejor si es un Haswell-E o un Skylake).

  • Tarjeta gráfica: Es la parte esencial. Hablar de 4K es hablar de mucha resolución, y a día de hoy no todas las GPUs pueden con ella. Para AMD, mínimo una Radeon 390, y para NVIDIA una GTX 970. Por supuesto, si hablamos de resolución, la cantidad de VRAM es esencial, ya que la resolución de las texturas se acumula en la memoria de vídeo, así que cuanto más mejor (4 GB mínimo). Adicionalmente, decir que se puede conseguir 4K si desactivamos otros filtros, ya que el chip gráfico puede adaptarse si no le exigimos tanto, pero si hablamos sólo de resolución, éstas serían las conexiones mínimas.

  • Cable y conexión: En principio, con un cable HDMI 1.4 dispondríamos de 4K, eso sí, sólo a 30 fps, lo que es imperdondable para un gamer. O tenemos una conexión HDMI 2.0 y un cable a juego, o veremos un 4K con cierto parpadeo. En principio, un cable y una conexión DisplayPort no tiene ese problema, y es garantía de que funcione desde el principio.

  • Monitor: Por supuesto, al final todo se reduce a si nuestra pantalla soporta 4K, o por mucho que tengamos todo lo anterior no servirá de mucho. Veamos en las especificaciones que soporte esa resolución de forma nativa, que tenga conexión adecuada, y ya que estamos, que tenga el tamaño que buscamos.
La ultra alta definición en el futuro

Es pronto para hablar de lo que nos depara el futuro, pero puestos a conjeturar, y dada nuestra experiencia, podemos decir que a la ultra alta definición le queda un largo camino por recorrer. A día de hoy, y como ya hemos explicado, uno de los primeros pasos de la ultra alta definición, que es el 4K, es reproducible en pocos contextos: mediante streaming (por ejemplo, YouTube, aunque sólo con algunos navegadores; o NetFlix), con escasos contenidos a esta resolución, y pantallas compatibles aún algo caras, pero mucho menos que hace un tiempo atrás. Quizá esto último, los televisores, sea la parte más conciliadora con el 4K por ahora, porque se están abaratando los costes, y ya disponemos de muchas opciones interesantes, con lo que comienza a ser una alternativa a tener en cuenta.



























Aún y así, el contenido original en 4K es muy escaso, así que no podemos comenzar a pensar en una verdadera revolución en este sentido. Con medios originales que aún redundan en el 1080p, como el Blu-ray, por ahora tenemos que recurrir a Internet para disfrutar del 4K. En España, por ejemplo, ni el 1080p está implantado del todo, con cadenas de televisión emitiendo sus contenidos con resoluciones inferiores o mediante rescalados. Ni qué decir tiene que en cuanto a medios propietarios, el Blu-ray se vende bien pero lejos del DVD, que sigue siendo suficiente para una gran mayoría de público. Algunos medios se atreven con la opción previa al 4K, que es el 2K (2.048 x 1.080 y definiciones derivadas), y así lo vemos incluso en PC cuando nuestras tarjetas gráficas no pueden con el 4K. Así que aún queda bastante para adentrarnos en la ultra alta definición.

Si el 4K aún está en pañales, como aquel que dice, ¿cómo pensar siquiera en el 8K? Y aún más, ¿qué puede haber tras eso? Nadie lo sabe. Si nos aventuramos a seguir la tendencia de la industria, ¿qué nos impide pensar en un 16K o en un 32K, por poner sólo un par de ejemplos? Lo que hay que preguntarse es si aumentar la definición es lo que los fabricantes e investigadores deben hacer, o si todo se trata en mejorar lo presente y en crear un mayor valor añadido, es decir, incrementar las propiedades del 1080p y el 4K con nuevos formatos, mayor paleta de colores, o efectos nuevos tipo holográfico. Por supuesto, la definición no lo es todo, pero con la irrupción de las soluciones de realidad virtual, parece que las altas resoluciones son esenciales para los cascos y headsets que trabajan con los mundos virtuales, con lo que aumentar la resolución parecería la tendencia natural. Habrá que ver si la industria y la propia necesidad de los consumidores van a la par, porque una cosa es lo que el sector, incipiente, no lo olvidemos, de la realidad virtual requiera, y otra muy distinta es lo que el usuario final requiera para un uso doméstico estándar.




















Sea como sea, estaremos atentos a lo que pueda ocurrir, porque si de algo estamos convencidos es de que en los próximos años el panorama de la Ultra Alta Definición será apasionante. Por ahora, quizá seguiremos esperando a que se mejoren las tecnologías de los paneles actuales, aunque sea hablando de las mismas resoluciones que conocemos.



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