Por primera vez un periodista entra en las oficinas de la mejor aplicación móvil de los últimos años. Condiciones: ni fotos personales ni revelar la dirección.
JAN va descalzo; Brian en sandalias. Ambos con bermudas y camiseta. Su bienvenida: “Eres la primera periodista que entra aquí”. Aquí es el cuartel general de WhatsApp, una de las aplicaciones más populares de la telefonía móvil. Koum y Acton no quieren popularidad ni publicidad, celosos de su intimidad y anonimato a un nivel casi enfermizo. “Dos tipos que han trabajado 20 años en Yahoo”, dice la página oficial de WhatsApp. Ellos son el ucraniano Jan Koum y el estadounidense Brian Acton.
Si usted lleva un celular inteligente en el bolsillo, probablemente casi no manda mensajes de texto sino que se comunica vía WhatsApp. Esta aplicación de mensajería instantánea, nacida en 2009, acumula en la tienda Play de Google más 50 millones de descargas. También está para iPhone, Blackberry, Windows y Symbian (Nokia). No solo se envían textos. Videos, fotos y mensajes de voz circulan por su sistema, ya sea entre dos o 15 personas.
WhatsApp está en Mountain View (es lo único que dice su página), pero ahí se acaban las pistas. En su edificio no hay placa alguna, tampoco en la puerta de su oficina, un espacio diáfano de 100 metros cuadrados. En las paredes, grafitis; en el centro, mesas, cables y computadores. No hay despacho para los jefes, que se sientan con sus empleados, 30 personas a jornada completa y cinco a tiempo parcial.
Se encargan sobre todo de la atención al cliente. En tanto, parte del desarrollo técnico se hace en Rusia, “donde hay excelentes ingenieros”, según Koum. Simpáticos, pero recelosos cuando se pregunta por sus vidas, prefieren mantener “un bajo perfil informativo, como empresa y como individuos”. Los dos rechazan ser retratados. “¡Si no somos una enorme corporación con miles de trabajadores!”, exclama Koum.
Su fin es “desarrollar un buen producto, crear algo que usan millones de personas es lo mejor que puede experimentar un ingeniero”. Para ello no necesitan estar bajo los focos. Cuando los premiaron como la mejor aplicación en el último Congreso Mundial del Móvil, Koum fue a Barcelona, pero envió a su responsable de marketing a recoger el galardón que guardan en el desván. “Estaba en una reunión”, se excusa sonriendo.
Ex empleados de Yahoo!, se sienten “normales”. “Y así quieren seguir”, confiesa su jefe de negocio, Neeraj Arora.
Al menos 1.000 millones de mensajes circulaban a diario por WhatsApp en febrero. Se mantiene entre las más descargadas en 40 países, los de la Unión Europea, Asia, Oriente y América Latina. Las cifras no les quitan el sueño. “No prestamos atención al volumen de descargas, los mensajes que se envían ni los minutos que chatea la gente...”. Cuesta creer, porque Koum añade, con sonrisa picarona:“Crecemos deprisa, porque el mundo se pasa al smartphone y hemos aprovechado esta revolución”.
WhatsApp es un servicio de suscripción por un dólar anual. En todas las plataformas, salvo Apple, es gratuita el primer año. “Es una oferta fantástica por lo que ofrecemos (chat, audio, video, foto en el perfil, bloqueo para preservar la intimidad...)”, detalla Acton.
El éxito es boca a boca, porque WhatsApp no se publicita. “Te fías más de un amigo que de cualquier otra fuente, ¿no?”, dice Acton. “Todo va ligado a nuestro rechazo a la publicidad”, añade Koum. “La experiencia siempre es mejor si no tienes molestos banners (avisos) que te distraen”.
El ucraniano agrega que el sistema ni siquiera registra la edad ni el género ni la dirección personal, pues no lo necesitan: “Solo sabemos el nombre de usuario, que no tiene que ser el real, y su teléfono. El número es lo único imprescindible para chatear. Trabajamos mucho tiempo en Yahoo! y cuando nos fuimos decidimos crear algo que no tuviera nada que ver con este modelo donde el usuario es el producto, que fuera una experiencia más consciente y privada”.
Brian Acton y su socio Jan Koum llevan 20 años trabajando juntos. Son cómplices en esta aplicación que junto a otras similares generarán el 35% del tráfico de mensajería en el móvil en 2016, pero solo un 8% de los ingresos, según informa Telecoms & Media.
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