Un experimento que voló en la lanzadera Columbia logra finalizarse.
Los investigadores dieron a conocer en el mes de Mayo del 2008 los resultados de un destrozado y chamuscado disco duro que cayó a la Tierra con los restos de la Lanzadera Espacial Columbia, la cual estalló durante su reentrada el 1 de febrero de 2003, matando a los siete miembros de la tripulación.
El disco duro contenía datos del experimento CVX-2 (Viscosidad Crítica de Xenón), diseñado par estudiar la forma en que el gas xenón fluye en microgravedad. Las conclusiones, publicadas este mes de abril en la revista Physical Review E, confirmó que cuando se remueve vigorosamente, el xenón exhibe un súbito cambio en su viscosidad conocido como comportamiento pseudoplástico. El mismo efecto permite que la nata montada y el no fluyan suavemente como líquidos ni mantengan sus formas como los sólidos.
Aunque los resultados de CVX-2 puede que no cambien la vida de nadie, Robert “Bobby” Berg, investigador principal para CVX-2 y físico en el Instituo Nacional de Estándares y Tecnología en Gaithersburg, Maryland., dice que la publicación culmina un proyecto de investigación de 20 años que ha ocupado sus pensamientos diariamente desde 2003. “Me quité un peso de los hombros al publicarlo por fin”, dice el investigador de 52.
Aunque los resultados de CVX-2 puede que no cambien la vida de nadie, Robert “Bobby” Berg, investigador principal para CVX-2 y físico en el Instituo Nacional de Estándares y Tecnología en Gaithersburg, Maryland., dice que la publicación culmina un proyecto de investigación de 20 años que ha ocupado sus pensamientos diariamente desde 2003. “Me quité un peso de los hombros al publicarlo por fin”, dice el investigador de 52.
El experimento CVX-2 se diseñó para medir la viscosidad del xenón cerca del punto crítico, o la combinación de temperatura y presión a la cual líquido y vapor son esencialmente indistinguibles. Cerca de ese punto, un gas debería “brillar”, dice Berg, conforme las gotitas se condensan rápidamente y se evaporan en la gruesa bruma. De cuerdo con la teoría tras el comportamiento pseudoplástico, cuando un objeto se agita a través de estas gotas más vigorosamente, debería comenzar a separarse en gotitas y por tanto a oponer menos resistencia.
Para probar el efecto, el equipo de CVX envió 11 mililitros de xenón sellado en un vaso que contenía una malla de níquel del tamaño de un pulgar capaz de vibrar en un rango de amplitudes. El grupo descargó aproximadamente el 85% de los datos del experimento de 370 horas mientras el Columbia estaba en órbita — suficiente para ver si funcionaba como esperaban — pero la prueba dependía de los datos completos, los cuales estaban encerrados en un disco duro comercial de 340 megabytes protegidos por una “caja de tarjetas” de metal y alojado junto con otros equipos electrónicos en un gran recipiente en la bodega de la lanzadera.
Tras la reentrada, cuando no se recuperó de forma inmediata, “supusimos que había caído fuera de la caja y se había quemado”. Pero los ingenieros del Centro Espacial Johnson habían encontrado el aparato en el hangar del Centro Espacial Kennedy donde los trabajadores habían depositado los restos del Columbia, dice James Myers del Centro de Investigación Glenn en Cleveland, ingeniero jefe del proyecto.
Cuando los ingenieros de Glenn supieron que el disco duro había sobrevivido, lo enviaron a Ontrack Data Recovery en Minneapolis para extraer cualquier dato que se mantuviera en el destrozado disco duro. Los datos recuperados fueron un 99 por ciento del total, pero los resultados eran tan complejos que aislar el efecto del comportamiento pseudoplástico llevó unos años adicionales, dice Berg.
Apunta que el experimento sólo podría haber funcionado en microgravedad, para evitar que el xenón se asentara bajo su peso ligero como una pluma. Con las prioridades de la NASA alejándose de la investigación básica, dice, “este es el tipo de experimento que no podría repetirse en un largo tiempo, si es que alguna vez”.
Como fue la Recuperación
Después de limpiar las placas, Edwards las montó en otra unidad de disco, y pudo recuperar así el 99% de la información. Lamentablemente, no tuvo tanta suerte con los otros dos discos encontrados entre los restos de la nave, que perdieron para siempre su información.
El disco en mension es un Seagate ST9385, fabricado en 1994 y era usado con sistema operativo MS-DOS.
El disco de 340 megabytes sólo estaba usado en un 50%, y los daños no se habían producido en la zona escrita. Además, el ordenador usaba el sistema operativo DOS, vendido por Microsoft antes de Windows, que no distribuye la información por todo el disco. El modelo de disco usado, un Seagate ST9385, fue fabricado en 1994, casi una década antes de la catástrofe. Probablemente, los procesos de validación de componentes en las misiones espaciales, que pueden conducir a que no se use la última tecnología disponible, facilitaron la recuperación de la información.
Miguel Ruiz, director técnico de Recovery Labs, explicó a Libertad Digital que "es frecuente que discos que a priori se encuentran en muy mal estado, como discos rescatados de un incendio o una explosión, cuando accedemos al interior del disco que éste se encuentra en perfecto estado y por tanto la recuperación se puede realizar con unas dificultades mínimas."
Detalles Técnicos
Maratón 340: ST9385AGMaratón de 340
DISCOS (2,5 pulgadas)
Capacidad: 340.0 MB
Velocidad: 4000 rpm
Tiempo medio de lectura: 16 ms
Cilindros: 934
Cabezas: 14
Sectores: 51
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